El ataúd
Se apartaron del camino, observando atentamente, era un grupo de hombres cubiertos de pies a cabeza, todos a caballo, con sus hachas encendidas llevando un ataúd. Esa visión a altas horas y en un lugar tan despoblado, hizo que el pobre Sancho quedara aterrado.
Mientras tanto en la mente de Don Quijote, inspirado en sus libros imaginó que en el ataúd iba o un caballero malherido o fallecido y sólo a él le correspondía vengarlo.
Entonces se paró de frente a los encapuchados y les exigió responder, quiénes eran, de dónde venían y que había en el ataúd, para saber si debía castigarlos o vengarlos.
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Se apartaron del camino, observando atentamente, era un grupo de hombres cubiertos de pies a cabeza, todos a caballo, con sus hachas encendidas llevando un ataúd. Esa visión a altas horas y en un lugar tan despoblado, hizo que el pobre Sancho quedara aterrado.
Mientras tanto en la mente de Don Quijote, inspirado en sus libros imaginó que en el ataúd iba o un caballero malherido o fallecido y sólo a él le correspondía vengarlo.
Entonces se paró de frente a los encapuchados y les exigió responder, quiénes eran, de dónde venían y que había en el ataúd, para saber si debía castigarlos o vengarlos.
Se apartaron del camino, observando atentamente, era un grupo de hombres cubiertos de pies a cabeza, todos a caballo, con sus hachas encendidas llevando un ataúd. Esa visión a altas horas y en un lugar tan despoblado, hizo que el pobre Sancho quedara aterrado.
Mientras tanto en la mente de Don Quijote, inspirado en sus libros imaginó que en el ataúd iba o un caballero malherido o fallecido y sólo a él le correspondía vengarlo.
Entonces se paró de frente a los encapuchados y les exigió responder, quiénes eran, de dónde venían y que había en el ataúd, para saber si debía castigarlos o vengarlos.
Se apartaron del camino, observando atentamente, era un grupo de hombres cubiertos de pies a cabeza, todos a caballo, con sus hachas encendidas llevando un ataúd. Esa visión a altas horas y en un lugar tan despoblado, hizo que el pobre Sancho quedara aterrado.
Mientras tanto en la mente de Don Quijote, inspirado en sus libros imaginó que en el ataúd iba o un caballero malherido o fallecido y sólo a él le correspondía vengarlo.
Entonces se paró de frente a los encapuchados y les exigió responder, quiénes eran, de dónde venían y que había en el ataúd, para saber si debía castigarlos o vengarlos.
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