La primera batalla
Un par de arrieros fueron a darle de beber a sus yeguas a la caballeriza y ‘Don Quijote’ confundiéndolos con amenazantes y ‘atrevidos caballeros’, se encomendó a su señora Dulcinea para esta primera batalla y los golpeó con su lanza defendiendo sus armas.
Los arrieros enfadados le lanzaron piedras y hubo tanto alboroto que salieron todos los que en la posada se encontraban.
Tanto fue el escándalo, que llegó el dueño de la posada, advirtiéndole a todos que lo dejarán tranquilo, que ese hombre estaba loco. Hizo que los castigaba como era debido, por faltarle al respeto a tan distinguido caballero.
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Un par de arrieros fueron a darle de beber a sus yeguas a la caballeriza y ‘Don Quijote’ confundiéndolos con amenazantes y ‘atrevidos caballeros’, se encomendó a su señora Dulcinea para esta primera batalla y los golpeó con su lanza defendiendo sus armas.
Los arrieros enfadados le lanzaron piedras y hubo tanto alboroto que salieron todos los que en la posada se encontraban.
Tanto fue el escándalo, que llegó el dueño de la posada, advirtiéndole a todos que lo dejarán tranquilo, que ese hombre estaba loco. Hizo que los castigaba como era debido, por faltarle al respeto a tan distinguido caballero.
Un par de arrieros fueron a darle de beber a sus yeguas a la caballeriza y ‘Don Quijote’ confundiéndolos con amenazantes y ‘atrevidos caballeros’, se encomendó a su señora Dulcinea para esta primera batalla y los golpeó con su lanza defendiendo sus armas.
Los arrieros enfadados le lanzaron piedras y hubo tanto alboroto que salieron todos los que en la posada se encontraban.
Tanto fue el escándalo, que llegó el dueño de la posada, advirtiéndole a todos que lo dejarán tranquilo, que ese hombre estaba loco. Hizo que los castigaba como era debido, por faltarle al respeto a tan distinguido caballero.
Un par de arrieros fueron a darle de beber a sus yeguas a la caballeriza y ‘Don Quijote’ confundiéndolos con amenazantes y ‘atrevidos caballeros’, se encomendó a su señora Dulcinea para esta primera batalla y los golpeó con su lanza defendiendo sus armas.
Los arrieros enfadados le lanzaron piedras y hubo tanto alboroto que salieron todos los que en la posada se encontraban.
Tanto fue el escándalo, que llegó el dueño de la posada, advirtiéndole a todos que lo dejarán tranquilo, que ese hombre estaba loco. Hizo que los castigaba como era debido, por faltarle al respeto a tan distinguido caballero.
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