Desde: $125.00 / mes durante 12 meses
Si vives en México recibirás un lienzo impreso con la imagen de uno de los azulejos más representativos de la fuente. Si resides en otro país, el lienzo será digital ó puedes contactarnos en [email protected] si prefieres envío físico con cargo a tu cuenta.
Una vez, Mensual (x 6 meses), Mensual (x 12 meses)
No hay valoraciones aún.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *
Tu valoración *
Nombre *
Correo electrónico *
Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente.
Don Quijote’ había sido herido en una oreja. Sancho le sugirió detenerse para hacerle la curación y el hidalgo estuvo de acuerdo. Mientras conversaban, nuestro caballero le comentó a su escudero que él se sabía una receta de memoria para preparar el ‘Bálsamo de Fierabrás’, que con una sola gota ahorra tiempo y medicinas. Solo debía beber dos tragos para quedar sano. Prometió enseñarle a Sancho como prepararla y muchos secretos más. Luego decidieron comer, solo tenían cebolla y un poco de queso, según ‘Don Quijote’ lo que corresponde a un caballero andante. Después de comer, continuaron camino.
Un par de arrieros fueron a darle de beber a sus yeguas a la caballeriza y ‘Don Quijote’ confundiéndolos con amenazantes y ‘atrevidos caballeros’, se encomendó a su señora Dulcinea para esta primera batalla y los golpeó con su lanza defendiendo sus armas. Los arrieros enfadados le lanzaron piedras y hubo tanto alboroto que salieron todos los que en la posada se encontraban. Tanto fue el escándalo, que llegó el dueño de la posada, advirtiéndole a todos que lo dejarán tranquilo, que ese hombre estaba loco. Hizo que los castigaba como era debido, por faltarle al respeto a tan distinguido caballero.
”Válgame dios!”, Sancho salió corriendo a ayudarlo, lo levantó como pudo y lo pusó sobre Rocinante. ‘Don Quijote’ pensaba que había sido otro truco de ‘Frestón’ que había convertido a los gigantes en molinos para quitarle la gloria de su vencimiento. Pasaron la noche a cielo abierto y nuestro hidalgo pensaba en su querida Dulcinea, mientras Sancho dormía plácidamente. Al día siguiente continuaron su camino.
En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, se cuenta la historia de Alonso Quijano, un hombre de alrededor de unos cincuenta años, flaco, madrugador y amigo de la caza, que vivía en su hacienda con un ama de llaves de unos cuarenta años y su sobrina que no llegaba a los veinte. En sus ratos de ocio gozaba leyendo cuentos de caballería, tenía una biblioteca con más de 300 libros, vendió parte de sus tierras para comprar más y este hobbie lo llevó a tal punto que olvidó la administración de su hacienda. Por poco dormir y tanta lectura este hombre perdió la cordura, limpió una armadura que era de sus bisabuelos y decidió convertirse en caballero andante.
Nombre de usuario o correo electrónico *
Contraseña *
Recuérdame Acceso
¿Olvidaste la contraseña?
Dirección de correo electrónico *
Registrarse
Valoraciones
No hay valoraciones aún.