Desde: $125.00 cada mes por 12 meses
Si vives en México recibirás un lienzo impreso con la imagen de uno de los azulejos más representativos de la fuente. Si resides en otro país, el lienzo será digital ó puedes contactarnos en vmoreno@probosquechapultepec.org si prefieres envío físico con cargo a tu cuenta.
Una vez, Mensual (x 6 meses), Mensual (x 12 meses)
No hay valoraciones aún.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *
Tu valoración *
Nombre *
Correo electrónico *
Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente.
A lo lejos vieron un coche que se acercaba, escoltado por 3 o 4 hombres a caballo, 2 llevaban hábitos -era una mujer transportándose hacia Sevilla- pero a ‘Don Quijote’ le pareció que eran encantadores que llevaban a una princesa cautiva, por lo que atravesandose en el camino dijo: -”Gente endiablada, liberen a la princesa que llevan o les daré castigo por sus malas obras”. Ellos, respondieron que no llevaban a nadie cautivo pero don Quijote no les creyó nada y se lanzó contra uno de ellos.
Tomada la decisión de convertirse en caballero andante, lo siguiente era nombrar a su caballo, de hecho tenía uno en su propio establo. Allí pasó cuatro días pensando cuál sería el nombre adecuado, hasta que finalmente se decidió por ‘Rocinante’ a su parecer alto, sonoro y significativo.
Y arrojando la lanza al suelo, el hidalgo sacó su espada y arremetió al vizcaíno con determinación de quitarle la vida. El vizcaíno, no pudo hacer otra cosa sino sacar su espada, y, por hallarse junto al coche, pudo de allí sacar una almohada que le sirvió de escudo, y luego se fueron el uno para el otro, como si fueran dos mortales enemigos. Las señoras del coche, fueron hasta donde estaba don Quijote y le rogaron que perdonara a su escudero. Finalmente se terminó la lucha y ‘Don Quijote’ y Sancho se fueron por el bosque.
Tuvo suerte de que por allí pasaba un labrador amigo suyo ‘Pedro’, que iba a llevar trigo a un lugar cercano, escuchó todos sus versos y lamentos y se acercó a ayudarle. Le quito la armadura para ver si tenía alguna herida grave, pero no había ninguna señal. Con un poco de trabajo logro acomodarlo sobre su asno. Recogió las armas, las puso sobre Rocinante y fijó el rumbo de regreso al pueblo. Por el camino, el labrador iba muy pensativo, escuchando todos los disparates que ‘Don Quijote’ decía.
Nombre de usuario o correo electrónico *
Contraseña *
Recuérdame Acceder
¿Olvidaste la contraseña?
Dirección de correo electrónico *
Registrarse
Valoraciones
No hay valoraciones aún.