Don Quijote es golpeado

Era un grupo de personas creyentes cubiertas de pies a cabeza que llevaban una imagen de la Virgen María, se dirigían a una capilla y estaban haciendo oraciones para que lloviera. En la mente creativa de Don Quijote, esto era una nueva aventura, pues se trataba de un grupo de gente bandida que llevaban secuestrada y cubierta a una gran dama y sólo a él le correspondía rescatarla. Así que, pidiendo su espada a Sancho, El caballero salió a todo galope sobre Rocinante y se ubicó frente a la procesión diciendo:

“Liberen a esa hermosa señora, cuyas lágrimas y triste semblante dan claras muestras que la llevan contra su voluntad.”

Todos los que lo escucharon inmediatamente supieron que estaba loco y empezaron a reírse a carcajadas. Esto enfureció al hidalgo y, como era ya costumbre, se lanzó a atacarlos, con tan mala suerte, que uno de ellos sabía muy bien defenderse, tomó su bastón astillado que había quedado roto por la espada de Don Quijote y, con un sólo fuerte y certero golpe sobre el hombro del de la triste figura, envió al suelo tanto al caballo como al caballero.

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Era un grupo de personas creyentes cubiertas de pies a cabeza que llevaban una imagen de la Virgen María, se dirigían a una capilla y estaban haciendo oraciones para que lloviera. En la mente creativa de Don Quijote, esto era una nueva aventura, pues se trataba de un grupo de gente bandida que llevaban secuestrada y cubierta a una gran dama y sólo a él le correspondía rescatarla. Así que, pidiendo su espada a Sancho, El caballero salió a todo galope sobre Rocinante y se ubicó frente a la procesión diciendo:

“Liberen a esa hermosa señora, cuyas lágrimas y triste semblante dan claras muestras que la llevan contra su voluntad.”

Todos los que lo escucharon inmediatamente supieron que estaba loco y empezaron a reírse a carcajadas. Esto enfureció al hidalgo y, como era ya costumbre, se lanzó a atacarlos, con tan mala suerte, que uno de ellos sabía muy bien defenderse, tomó su bastón astillado que había quedado roto por la espada de Don Quijote y, con un sólo fuerte y certero golpe sobre el hombro del de la triste figura, envió al suelo tanto al caballo como al caballero.

Era un grupo de personas creyentes cubiertas de pies a cabeza que llevaban una imagen de la Virgen María, se dirigían a una capilla y estaban haciendo oraciones para que lloviera. En la mente creativa de Don Quijote, esto era una nueva aventura, pues se trataba de un grupo de gente bandida que llevaban secuestrada y cubierta a una gran dama y sólo a él le correspondía rescatarla. Así que, pidiendo su espada a Sancho, El caballero salió a todo galope sobre Rocinante y se ubicó frente a la procesión diciendo:

“Liberen a esa hermosa señora, cuyas lágrimas y triste semblante dan claras muestras que la llevan contra su voluntad.”

Todos los que lo escucharon inmediatamente supieron que estaba loco y empezaron a reírse a carcajadas. Esto enfureció al hidalgo y, como era ya costumbre, se lanzó a atacarlos, con tan mala suerte, que uno de ellos sabía muy bien defenderse, tomó su bastón astillado que había quedado roto por la espada de Don Quijote y, con un sólo fuerte y certero golpe sobre el hombro del de la triste figura, envió al suelo tanto al caballo como al caballero.

Era un grupo de personas creyentes cubiertas de pies a cabeza que llevaban una imagen de la Virgen María, se dirigían a una capilla y estaban haciendo oraciones para que lloviera. En la mente creativa de Don Quijote, esto era una nueva aventura, pues se trataba de un grupo de gente bandida que llevaban secuestrada y cubierta a una gran dama y sólo a él le correspondía rescatarla. Así que, pidiendo su espada a Sancho, El caballero salió a todo galope sobre Rocinante y se ubicó frente a la procesión diciendo:

“Liberen a esa hermosa señora, cuyas lágrimas y triste semblante dan claras muestras que la llevan contra su voluntad.”

Todos los que lo escucharon inmediatamente supieron que estaba loco y empezaron a reírse a carcajadas. Esto enfureció al hidalgo y, como era ya costumbre, se lanzó a atacarlos, con tan mala suerte, que uno de ellos sabía muy bien defenderse, tomó su bastón astillado que había quedado roto por la espada de Don Quijote y, con un sólo fuerte y certero golpe sobre el hombro del de la triste figura, envió al suelo tanto al caballo como al caballero.

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Era un grupo de personas creyentes cubiertas de pies a cabeza que llevaban una imagen de la Virgen María, se dirigían a una capilla y estaban haciendo oraciones para que lloviera. En la mente creativa de Don Quijote, esto era una nueva aventura, pues se trataba de un grupo de gente bandida que llevaban secuestrada y cubierta a una gran dama y sólo a él le correspondía rescatarla. Así que, pidiendo su espada a Sancho, El caballero salió a todo galope sobre Rocinante y se ubicó frente a la procesión diciendo:

“Liberen a esa hermosa señora, cuyas lágrimas y triste semblante dan claras muestras que la llevan contra su voluntad.”

Todos los que lo escucharon inmediatamente supieron que estaba loco y empezaron a reírse a carcajadas. Esto enfureció al hidalgo y, como era ya costumbre, se lanzó a atacarlos, con tan mala suerte, que uno de ellos sabía muy bien defenderse, tomó su bastón astillado que había quedado roto por la espada de Don Quijote y, con un sólo fuerte y certero golpe sobre el hombro del de la triste figura, envió al suelo tanto al caballo como al caballero.

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