De nuevo en la venta de Maritornes
Al día siguiente continuaron su camino sin ninguna aventura en particular. Llegaron de nuevo a la venta del incidente que Sancho tuvo con la manta y aunque a todos los recibieron muy bien, el escudero no quiso entrar. La señora que le había prestado la barba al barbero para su disfraz se apresuró a pedirla antes de que Don Quijote se diera cuenta. El barbero se escondió y acordaron decirle al caballero que el escudero de la princesa se adelantó a su reino para llevar las buenas noticias sobre su ayuda. El dueño de la posada, su esposa, su hija y Maritornes se apresuraron a servirles la comida y prepararles las habitaciones.
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Al día siguiente continuaron su camino sin ninguna aventura en particular. Llegaron de nuevo a la venta del incidente que Sancho tuvo con la manta y aunque a todos los recibieron muy bien, el escudero no quiso entrar. La señora que le había prestado la barba al barbero para su disfraz se apresuró a pedirla antes de que Don Quijote se diera cuenta. El barbero se escondió y acordaron decirle al caballero que el escudero de la princesa se adelantó a su reino para llevar las buenas noticias sobre su ayuda. El dueño de la posada, su esposa, su hija y Maritornes se apresuraron a servirles la comida y prepararles las habitaciones.
Al día siguiente continuaron su camino sin ninguna aventura en particular. Llegaron de nuevo a la venta del incidente que Sancho tuvo con la manta y aunque a todos los recibieron muy bien, el escudero no quiso entrar. La señora que le había prestado la barba al barbero para su disfraz se apresuró a pedirla antes de que Don Quijote se diera cuenta. El barbero se escondió y acordaron decirle al caballero que el escudero de la princesa se adelantó a su reino para llevar las buenas noticias sobre su ayuda. El dueño de la posada, su esposa, su hija y Maritornes se apresuraron a servirles la comida y prepararles las habitaciones.
Al día siguiente continuaron su camino sin ninguna aventura en particular. Llegaron de nuevo a la venta del incidente que Sancho tuvo con la manta y aunque a todos los recibieron muy bien, el escudero no quiso entrar. La señora que le había prestado la barba al barbero para su disfraz se apresuró a pedirla antes de que Don Quijote se diera cuenta. El barbero se escondió y acordaron decirle al caballero que el escudero de la princesa se adelantó a su reino para llevar las buenas noticias sobre su ayuda. El dueño de la posada, su esposa, su hija y Maritornes se apresuraron a servirles la comida y prepararles las habitaciones.
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