Aparece Dorotea
Terminada la triste historia, los tres hombres escucharon a lo lejos otros lamentos. Eran los de una hermosa mujer, que disfrazada de labrador, lavaba sus pies en un arroyo. Primero se escondieron, pero al verse descubiertos por ella, el cura se ofreció a ayudarle y la invitó a contarle por qué lloraba.
La mujer se llamaba Dorotea, era hija de un labrador dueño de una gran hacienda, tenía dinero pero su linaje no era de la nobleza. Cerca de su villa vivía un Duque con sus dos hijos, el mayor era bueno y el menor, Fernando, era la causa de su tragedia.
Al escuchar esto, Cardenio entró en furia pero logró controlarse, pues tenía mucha curiosidad por saber más de esta mujer. Recordaba que Fernando le había contado sobre la bella labradora con la que se quería casar.
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Terminada la triste historia, los tres hombres escucharon a lo lejos otros lamentos. Eran los de una hermosa mujer, que disfrazada de labrador, lavaba sus pies en un arroyo. Primero se escondieron, pero al verse descubiertos por ella, el cura se ofreció a ayudarle y la invitó a contarle por qué lloraba.
La mujer se llamaba Dorotea, era hija de un labrador dueño de una gran hacienda, tenía dinero pero su linaje no era de la nobleza. Cerca de su villa vivía un Duque con sus dos hijos, el mayor era bueno y el menor, Fernando, era la causa de su tragedia.
Al escuchar esto, Cardenio entró en furia pero logró controlarse, pues tenía mucha curiosidad por saber más de esta mujer. Recordaba que Fernando le había contado sobre la bella labradora con la que se quería casar.
Terminada la triste historia, los tres hombres escucharon a lo lejos otros lamentos. Eran los de una hermosa mujer, que disfrazada de labrador, lavaba sus pies en un arroyo. Primero se escondieron, pero al verse descubiertos por ella, el cura se ofreció a ayudarle y la invitó a contarle por qué lloraba.
La mujer se llamaba Dorotea, era hija de un labrador dueño de una gran hacienda, tenía dinero pero su linaje no era de la nobleza. Cerca de su villa vivía un Duque con sus dos hijos, el mayor era bueno y el menor, Fernando, era la causa de su tragedia.
Al escuchar esto, Cardenio entró en furia pero logró controlarse, pues tenía mucha curiosidad por saber más de esta mujer. Recordaba que Fernando le había contado sobre la bella labradora con la que se quería casar.
Terminada la triste historia, los tres hombres escucharon a lo lejos otros lamentos. Eran los de una hermosa mujer, que disfrazada de labrador, lavaba sus pies en un arroyo. Primero se escondieron, pero al verse descubiertos por ella, el cura se ofreció a ayudarle y la invitó a contarle por qué lloraba.
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