El encantamiento de la Jaula IV
Decidieron sentarse a descansar todos juntos en un campo lleno de hierba fresca. Uno de los sacerdotes envió a sus ayudantes a traer comida para todos desde la posada más cercana. Sancho se acercó al cura y le pidió que por favor dejara salir a su señor de la jaula por un rato. Incluso Don Quijote prometió no hacer nada malo. Libre, saludó a su Rocinante y sentándose cerca de los sacerdotes comenzó a hablar con ellos, todos quedaron admirados de su lucidez en general y no podían creer que por temas de caballería, él perdiera la cordura. Luego, estuvieron discutiendo acerca de historias de verdaderos caballeros y de las falsas como la de El Amadís de Gaula. Varios argumentos iban y venían hasta que llegó la comida y, sentados bajo la sombra de los árboles, todos compartieron los alimentos.
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Decidieron sentarse a descansar todos juntos en un campo lleno de hierba fresca. Uno de los sacerdotes envió a sus ayudantes a traer comida para todos desde la posada más cercana. Sancho se acercó al cura y le pidió que por favor dejara salir a su señor de la jaula por un rato. Incluso Don Quijote prometió no hacer nada malo. Libre, saludó a su Rocinante y sentándose cerca de los sacerdotes comenzó a hablar con ellos, todos quedaron admirados de su lucidez en general y no podían creer que por temas de caballería, él perdiera la cordura. Luego, estuvieron discutiendo acerca de historias de verdaderos caballeros y de las falsas como la de El Amadís de Gaula. Varios argumentos iban y venían hasta que llegó la comida y, sentados bajo la sombra de los árboles, todos compartieron los alimentos.
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