La posada
A sus ojos el lugar era un castillo con sus cuatro torres y capiteles de plata. En su mente hasta escuchaba la trompeta que anunciaba su llegada.
Y en la puerta -a sus ojos- se encontraban dos hermosas doncellas que, primero se rieron por su forma extraña de hablar, pero luego lo atendieron.
El propietario de la posada salió a recibirlo, al verlo en esa armadura -supuso que estaba loco-, le ofreció hospedaje y comida a él y a Rocinante.
Desde: $125.00 cada mes por 12 meses
A sus ojos el lugar era un castillo con sus cuatro torres y capiteles de plata. En su mente hasta escuchaba la trompeta que anunciaba su llegada.
Y en la puerta -a sus ojos- se encontraban dos hermosas doncellas que, primero se rieron por su forma extraña de hablar, pero luego lo atendieron.
El propietario de la posada salió a recibirlo, al verlo en esa armadura -supuso que estaba loco-, le ofreció hospedaje y comida a él y a Rocinante.
A sus ojos el lugar era un castillo con sus cuatro torres y capiteles de plata. En su mente hasta escuchaba la trompeta que anunciaba su llegada.
Y en la puerta -a sus ojos- se encontraban dos hermosas doncellas que, primero se rieron por su forma extraña de hablar, pero luego lo atendieron.
El propietario de la posada salió a recibirlo, al verlo en esa armadura -supuso que estaba loco-, le ofreció hospedaje y comida a él y a Rocinante.
A sus ojos el lugar era un castillo con sus cuatro torres y capiteles de plata. En su mente hasta escuchaba la trompeta que anunciaba su llegada.
Y en la puerta -a sus ojos- se encontraban dos hermosas doncellas que, primero se rieron por su forma extraña de hablar, pero luego lo atendieron.
El propietario de la posada salió a recibirlo, al verlo en esa armadura -supuso que estaba loco-, le ofreció hospedaje y comida a él y a Rocinante.
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