La historia de Marcela

El hombre muerto, ‘Grisóstomo’, era un astrónomo que había estudiado en Salamanca y se vestía de pastor para acercarse a Marcela, mujer de infinita belleza que era huérfana de padres, hija de un hidalgo rico. Había crecido con su tío y no quería nunca casarse, así que se volvió pastora y no entregaba su corazón a nadie. Como otros hombres, Grisóstomo la pretendió durante mucho tiempo, pero Marcela nunca le dió esperanza, siempre fue enfática en que el amor ha de ser voluntario y no forzoso, ella sencillamente no lo amaba y no era culpable de su sufrimiento.
Tristemente, un día caluroso Grisóstomo se recostó en la caliente arena y lanzando sus últimos lamentos cayó en el profundo sueño.
Terminada la historia, pasaron la noche bajo el cielo estrellado y al día siguiente fueron a atender el entierro del hombre que murió de amor y donde desde la peña más alta, Marcela los acompañó un rato, dejó ver su incomparable belleza y luego por el bosque desapareció.

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El hombre muerto, ‘Grisóstomo’, era un astrónomo que había estudiado en Salamanca y se vestía de pastor para acercarse a Marcela, mujer de infinita belleza que era huérfana de padres, hija de un hidalgo rico. Había crecido con su tío y no quería nunca casarse, así que se volvió pastora y no entregaba su corazón a nadie. Como otros hombres, Grisóstomo la pretendió durante mucho tiempo, pero Marcela nunca le dió esperanza, siempre fue enfática en que el amor ha de ser voluntario y no forzoso, ella sencillamente no lo amaba y no era culpable de su sufrimiento.
Tristemente, un día caluroso Grisóstomo se recostó en la caliente arena y lanzando sus últimos lamentos cayó en el profundo sueño.
Terminada la historia, pasaron la noche bajo el cielo estrellado y al día siguiente fueron a atender el entierro del hombre que murió de amor y donde desde la peña más alta, Marcela los acompañó un rato, dejó ver su incomparable belleza y luego por el bosque desapareció.

El hombre muerto, ‘Grisóstomo’, era un astrónomo que había estudiado en Salamanca y se vestía de pastor para acercarse a Marcela, mujer de infinita belleza que era huérfana de padres, hija de un hidalgo rico. Había crecido con su tío y no quería nunca casarse, así que se volvió pastora y no entregaba su corazón a nadie. Como otros hombres, Grisóstomo la pretendió durante mucho tiempo, pero Marcela nunca le dió esperanza, siempre fue enfática en que el amor ha de ser voluntario y no forzoso, ella sencillamente no lo amaba y no era culpable de su sufrimiento.
Tristemente, un día caluroso Grisóstomo se recostó en la caliente arena y lanzando sus últimos lamentos cayó en el profundo sueño.
Terminada la historia, pasaron la noche bajo el cielo estrellado y al día siguiente fueron a atender el entierro del hombre que murió de amor y donde desde la peña más alta, Marcela los acompañó un rato, dejó ver su incomparable belleza y luego por el bosque desapareció.

El hombre muerto, ‘Grisóstomo’, era un astrónomo que había estudiado en Salamanca y se vestía de pastor para acercarse a Marcela, mujer de infinita belleza que era huérfana de padres, hija de un hidalgo rico. Había crecido con su tío y no quería nunca casarse, así que se volvió pastora y no entregaba su corazón a nadie. Como otros hombres, Grisóstomo la pretendió durante mucho tiempo, pero Marcela nunca le dió esperanza, siempre fue enfática en que el amor ha de ser voluntario y no forzoso, ella sencillamente no lo amaba y no era culpable de su sufrimiento.
Tristemente, un día caluroso Grisóstomo se recostó en la caliente arena y lanzando sus últimos lamentos cayó en el profundo sueño.
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El hombre muerto, ‘Grisóstomo’, era un astrónomo que había estudiado en Salamanca y se vestía de pastor para acercarse a Marcela, mujer de infinita belleza que era huérfana de padres, hija de un hidalgo rico. Había crecido con su tío y no quería nunca casarse, así que se volvió pastora y no entregaba su corazón a nadie. Como otros hombres, Grisóstomo la pretendió durante mucho tiempo, pero Marcela nunca le dió esperanza, siempre fue enfática en que el amor ha de ser voluntario y no forzoso, ella sencillamente no lo amaba y no era culpable de su sufrimiento.
Tristemente, un día caluroso Grisóstomo se recostó en la caliente arena y lanzando sus últimos lamentos cayó en el profundo sueño.
Terminada la historia, pasaron la noche bajo el cielo estrellado y al día siguiente fueron a atender el entierro del hombre que murió de amor y donde desde la peña más alta, Marcela los acompañó un rato, dejó ver su incomparable belleza y luego por el bosque desapareció.

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