El encantamiento de la Jaula I

El dueño de la posada se fue a golpes con quienes querían huir sin pagar, Don Quijote no intervino en la pelea, pero finalmente con palabras los persuadió. Luego a la posada llegó al barbero al que Don Quijote le había quitado la vasija que veía como el yelmo de mambrino, este hombre reconoció a Sancho, lo llamó ladrón y comenzaron otra discusión que de nuevo terminó en una gran pelea. Al final el cura convenció a todos sobre la locura del hidalgo y don Fernando pagó por todos los daños causados. Dos días después decidieron dejar la posada, pero acordaron que no seguirían con la historia de la princesa Micomicona, sino que los amigos de Don Quijote lo llevarían de regreso a casa. Así consiguieron una jaula y, mientras nuestro caballero dormía, lo metieron allí. Al despertar sólo pensó que era producto de otro encantamiento.

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El dueño de la posada se fue a golpes con quienes querían huir sin pagar, Don Quijote no intervino en la pelea, pero finalmente con palabras los persuadió. Luego a la posada llegó al barbero al que Don Quijote le había quitado la vasija que veía como el yelmo de mambrino, este hombre reconoció a Sancho, lo llamó ladrón y comenzaron otra discusión que de nuevo terminó en una gran pelea. Al final el cura convenció a todos sobre la locura del hidalgo y don Fernando pagó por todos los daños causados. Dos días después decidieron dejar la posada, pero acordaron que no seguirían con la historia de la princesa Micomicona, sino que los amigos de Don Quijote lo llevarían de regreso a casa. Así consiguieron una jaula y, mientras nuestro caballero dormía, lo metieron allí. Al despertar sólo pensó que era producto de otro encantamiento.

El dueño de la posada se fue a golpes con quienes querían huir sin pagar, Don Quijote no intervino en la pelea, pero finalmente con palabras los persuadió. Luego a la posada llegó al barbero al que Don Quijote le había quitado la vasija que veía como el yelmo de mambrino, este hombre reconoció a Sancho, lo llamó ladrón y comenzaron otra discusión que de nuevo terminó en una gran pelea. Al final el cura convenció a todos sobre la locura del hidalgo y don Fernando pagó por todos los daños causados. Dos días después decidieron dejar la posada, pero acordaron que no seguirían con la historia de la princesa Micomicona, sino que los amigos de Don Quijote lo llevarían de regreso a casa. Así consiguieron una jaula y, mientras nuestro caballero dormía, lo metieron allí. Al despertar sólo pensó que era producto de otro encantamiento.

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